El destino. ¿Cuál destino? // Priv. Kazuma.

Era un día...agobiante. ¿Con qué podía empezar? Se había estado escondiendo desde hace un par de días debido a la inestabilidad en las afueras, asesinos que no podían  mantener la boca cerrada. Civilizados escandalizados por el ejercito, las noticias de que la paz había llegado. Basura, todo eso le parecía basura.

Eran ciegos. Irónicamente no pudo evitar pasar su mano pálida por las vendas de su rostro mientras caminaba hacía donde su imbécil contacto lo había citado. Un bosque en los pueblos cercanos a la Ciudad. Era riesgoso para empezar con la vestimenta de el mismo. Suspiro moviendo sus hombros para tronarlos de última pelea que había acontecido antes de llegar a entrar. Al entrar; la gente se le quedo viendo desde el principio pero no le importo, algunos incluso se reían creyendo que no podía ver por la venda en sus ojos.

Dejando de pensar en minorías llego al punto de encuentro, era un lugar inusualmente....calmo. Eso le hizo sentir irritado hasta cierto punto, su contacto era muy malo para mantenerse de cualquier mínima forma "Calmado" o "Tranquilo". Eso le daba ganas de matarlo, e irse. Pero debía agradecer que había nacido con la paciencia mas grande del mundo. O eso...eso pensó.

Porque al llegar, todo ya era un bendecido desastre. Hombres caídos, en pilas entre montones de paja u hojas que habían caído en el invierno. Era plena tarde por lo que todo parecía normal, sin embargo, nada era normal en ese escenario. Pensó en el culpable, suspiro, lamiendo sus labios para dirigirse silencioso a quien estaba sentado en una barda, lleno de heridas. ¿Quien mas podría haber sido?. Le apuntó con su brazo hecho cuchilla sin considerarlo. Había personas idiota, y este...quien quiera que fuera. Debía ser él más idiota. -¿Mataste a mi contacto?- Su voz grave debió resonar...Después de todo, mata y asesinado por matar.

Entonces ¿Qué podía hacer? Aquel indefenso chico, algo violento desde pequeño, en realidad era algo así como un chico entrenado a golpes por sus familiares y por ello después de sus tragedias, siguió su propio camino, era lo único que le quedaba después de todo ¿se sentía?... solo quizá, si solo era la palabra.

Después de la paz… él buscaba venganza ¿ironía? Si lo era, con unas ropas normales, un short y una playera que era lo único que tenia por ahora, caminaba entre los bosques cercanos a los pueblos ¿armas? Si, una katana que su familia le otorgo antes de su asesinato, antes de que todos murieran, un amargo recuerdo por que según su familia le dejo “la maldición de las peleas” pues una espada no te mantiene a salvo, una como esa solo atrae muerte su familia dijo… “esto no es un regalo, es una maldición, esperamos… que nos perdones”.

Ya pensando en todas esas cosas, caminaba solitario entre las hojas caídas del invierno, aquel bosque que le rodeaba salieron muchos pandilleros y el de cabellos negros desvaino su katana para defenderse si era necesario, eso… con la muerte de su lado, el siempre estuvo preparado para morir, una vez que estuvo a salvo se sentó en un árbol caído durante la pelea para ponerse a limpiarse las heridas recibidas, no presto atención a que alguien más venia pues se estaba curando eso hasta que le apuntaron con un metal afilado “tiene los ojos tapados… dios… esto está mal…” pensó poniéndose de pie.

-¿era tu contacto? Pues es una lástima que él me atacara primero- contesto firme y con un asentó algo impulsivo y algo violento, a pesar de ser humano parecía ser algo dotado de talento, a pesar de que no sabía si el contrario quería intimidarle este no se dejo ni un poco, de hecho se noto más violento, tomo su katana con la funda, solo en caso de si le atacaban… no tenía miedo, pero tampoco quería morir…

Levanto una ceja a la reacción inmediata del chico de levantarse, no es como si se pudiera ver a traves de las vendas pero en su expresión facial era practicamente notable. Suspiro, casi tallando su rostro con su mano libre pero la dejo colgando. La otra mano solo hizo un movimiento de muñeca para que quedara cual la cuchilla de una guadaña nuevamente.

-Lastima- repitió cuando en menos de unos segundos estaba frente al chico y con su brazo tomando una forma mas parecida a un mano le golpeo en el brazo y parte de su torso. Las cortaduras debido a los trozos de metal fueron inevitables, como secuela la fuerza electrica de impacto lanzo al joven pelinegro hacia una pared. Un golpe certero y letal.

Sacudió la cabeza, con uno de sus brazos aun transformado se acerco al chico pisando los cuerpos, algunos huesos se rompian mientras pisaba los cuerpos, mandibulas, manos, cabezas. Varias extremidades, debio matar a unos...¿6?. Se quedo pensando en el numero mientras sacudía su mano transformada. Observo entonces a su contacto, el mas cercano de donde estaba sentado el chico, se agacho para checar sus pertenecias. Tomo algunas cosas, vio a los demás con un semblante de que no saber que hacer durante unos segundos.

Inmediatamente, su concentración volvió al joven, había levantado polvo, piedras, entre otras cosas cuando lo había golpeado. Se pregunto si haría algo para defenderse o eso había sido suficiente. En verdad...considero la estupidez de ese pelinegro. Tan poca protección corporal; se referia a su ropa, claro. Con todo eso estaba negando el pensamiento de extrañeza y entendimiento que le surgio al ver sus ojos. . .Porque en ellos. Ardia. Algo ardía con bastante...fuerza. Nunca vio a alguien ser tan impulsivo de esa manera, levantar el rostro ante alguien que era notablemente intimidante en el simple aspecto.

Eso, ¿ le sorprendio o le molesto?

Frunció el ceño al escucharle pero no le dio el tiempo de cubrirse demasiado a sus ataques, solo atravesó su katana entre el golpe y su cuerpo para evitar la muerte, si lo logro pero a duras penas y no libro del golpe totalmente pues las descargas, tanto como el golpe en la pared le dejaron muy lastimado, tanto así que cayó al suelo rendido.

-No soy una lástima…- dijo mientras una aura oscura le rodeaba curándole un poco, intento levantarse pero solo logro escupir sangre al suelo, si una hemorragia interna pero al escupir la sangre significa que no se estaba ahogando con ella, eso era bueno después de todo ya era ganancia al menos para el muchacho.

Miro al de cabellos azulados y su vista estaba nublada la regeneración no era suficiente “debo verme patético” pensó apretando los dientes con una rabia notoria parecía que el chico en cualquier momento se encendería en llamas pero… siendo humano callo de frente sin poder mas pero al menos recuperándose gracias a su llama de apoyo.

“me ganaron… no quiero que quede así… no puedo…” negaba a pesar de estar inconsciente, bueno eso a medias, miraba todo borroso, era difícil distinguir por tanto dolor y eso molestaba, solo quería despertar y estar bien, cerró los ojos y se concentro en lo único que podía hacer dormir.

“me acostumbre siempre a tener a la muerte de frente ¿no?”

La reacción del chico no le sorprendió, no respondió, solo escucho el impacto de la katana entre el cuerpo del chico y su ataque. Al parecer era lo unico que había podido hacer, entonces...realmente era humano. Dejo salir un suspiro desimpresionado. No era nada en especial entonces, eso de alguna manera le causo reaccionar más comprensiblemente. Bueno, en realidad no tanto considerando el daño que ya había causado contra le estado fisico del más joven.

Se acerco, la sangre escupida casi tocando su bota. Se agacho, con la cabeza ladeada para obtener un mejor angulo del joven...Sangre...joven. Unio las palabras, le dio un buen presentimiento respecto a eso. Si no se había muerto tal vez lo salvaría. No por lastima o por culpa de su humanidad. Simplemente por la tenacidad de esos ojos. Obviamente después de curarlo el muchacho tendría que irse. Eso penso en los momentos que con sus manos levantaba el cuerpo, observo las heridas sin ninguna expresión en su rostro vendado.

Al parecer le había roto el brazo casi por completo, tenía también grandes daños en todo ese costado, contracturas, le había dislocado la pierna. Era normal que hubiera escupido sangre, considero hemorragia interna. Toco un poco el cuerpo comprobando su teoría. Lo que decidió fue levantarlo como una princesa, si se lo llevaba de costal de papas solamente le causaría más daños. Sacudió la cabeza un poco mientras pensaba en ello, se manchaba con sangre humana y levantaba al muchacho en brazos. Un cabello hecho un desastre, ropa completamente inutil. Realmente....que idiotez.

-...20:00 horas- murmuro viendo una mini pantalla en su muñeca. Observo al muchaco que dormia erraticamente, tal vez ya estaba luchando por su vida en esos momentos. No reparo en ello y comenzo a correr, a una velocidad excepcional para cualquier humano normal. El cuerpo del chico se agitaba muy levemente, la velocidad hacía que la fricción entre el mismo, el aire e incapacitaba los daños colaterales. En algo tenía que pensar, vendas, farmacos. Todo eso lo tenía en el escondite.
Alrededor de el tiempo indicado, una gran bosque oscuro los esperaba enfrente. Había pasado más tiempo, después de todo no era un viaje tan corto mientras cargaba a alguién aunque no pesara tanto.

Desde allí, empezo a curar sus heridas con fuerza, no le vio desnudo en ningun momento, al vendarlo rompía las ropas. ¿Sabía que eso le hacía un poco más de daño? Si. Pero podría...decirse. Que era la venganza por lo que había sucedido antes.

¿Que pasaría...de ahora en adelante?.

Al menos como unos....5 días debieron haber pasado. En cuanto llego empezó a tratar todas las heridas del joven, tenía incluso hemorragias internas. Era una molestia tener que cuidarlo, curarlo, utilizar un laboratorio que era más que nada para muestras, medicinas e investigaciones sobre novedades en el mundo químico.

Realmente no se fijo en ninguna parte de su cuerpo, fue rápido y preciso. No le gustaba gastar su tiempo, o mejor dicho jamas le gusto, los primeros dos días observaba el estado del sangre joven. Humano, Kazuma, Japones, 18 años recientemente cumplidos. Durante unos segundos se recargo en la silla gris, las manos en el teclado holografico. Dejo de moverse solo para contemplar la mirada del pelinegro, no podía evitar repetir sus pensamientos. Le daban algún tipo de advertencia, misterio...No. Más bien una amenaza infantil.

Al 5 día se estaba desesperando, no es que no se hubiera dado cuenta de que las consecuencias de cuidar a un muchacho en general era...problematico. Había logrado darle los nutrientes y proteinas que necesitaba a traves de inyecciones; sin embargo lavarlo era tedioso, así que lo hacía muy apenas con algunas toallas humedas y jabón. Se estaba curando un poco más rapido debido al poder de sus llamas, La Noche, de eso claro. ¿En que estaría pensando cuando lo decidio salvar? Que no había tenido la culpa, y que muy tal vez el joven no había tenido nada que ver con toda la mierda en general.

Estaba en los pueblos cercanos, si. Incluso pudo haber sido un ciudadano. Pero normalmente los ciudadanos escapan, o buscan por ayuda. Ren se siguió preguntando sus razónes, siguió así aunque estuviera entrenando o investigando. Le causaba un poco de enojo. Porque se encontraba en duda de lo que haría después.

Todo eso lo molestaba al bajar al laboratorio, observo las pantallas e increiblemente no había removido ninguna de sus prendas, eran iguales a las de la primera vez que se conocieron. Escucho la melodia, no le sonaba conocida pero....morbida. Tosió bajo, esperando que el joven volteara o reaccionara. También podría estar fingiendo dormir. Pero las camaras que lo hicieron bajar le comprobaron su despertar y un mediano control motor. Iba a recuperarse pronto. Iba a ser capaz de irse después de que unos cuantos días.

¿Realmente esperaba eso, no? Se lo pregunto ya cerca de la camilla con el equipo e instrumentos para verificar como se encontraba. -Oi-

¿Cuánto tiempo? Solamente días, miro a los lados y pudo notar la voz del mayor, pero para esto esa simple voz estaba detrás de él, intento mirarle hacia atrás pero no pudo lograr nada más que limitarse a subir la mirada, como si intentase ver su frente, suspiro rindiéndose solo mirando de lado evitándole “si, si como sea…” pensaba el poco humilde en cuanto a estas cosas.

-¿no se supone que me ibas a matar?  Estoy… adolorido… - dijo intentándose liberar y que nuevamente apenas logro recostarse de una manera mas cómoda, noto los tubos en su nariz solo para suspirar sin oponerse más a las acciones del mayor, si era algo engreído pero al menos entendía que le habían salvado y por ello no puso ni un pero.

-Gomen… No debí matar a tu contacto… pero ellos me golpearon primero- estaba avergonzado y de no estar amarrado se hubiera disculpado con una reverencia, miro uno de sus brazos, uno más lastimado que el otro –Itai…- cerro los ojos viéndose un poco aquella herida envuelta en vendas, en ese momento se exalto y busco por todos lados su katana con la mirada, pero a lo lejos allí estaba y se tranquilizo de inmediato dejándose caer un poco en la cama –La tumba obscura y la venganza del perdedor- murmuro desviando la mirada del de ojos vendados.

-¿puedo irme? Creo que eso no te importara ¿cierto?- aunque no estaba en condiciones por alguna razón quería huir, se sentía presionado, por así decirlo parecía un animal salvaje que no tenía un lugar estable y cada estación cambiaba de lugar… solo su condición propia lo decía incluso sus ropas que estúpidamente usaba como si se tratase de verano…

“Entonces… ¿Qué debía hacer?...”  pensaba el chico recostándose de lado.

Levantó una ceja con incredulidad. Su rostro no mostraba nada, pues practicamente traía puesto lo mismo que hace días, simplemente lo había lavado en el transcurso del tiempo, lo volvía a usar, además era una precaución por si el sangre joven le daba pelea cuando decidiera desatarle -si es que decidía hacerlo-.

Caminó hacía el con algo parecido a la indiferencia, o la pereza. Reviso su cuerpo mientras el pelinegro hablaba, no respondió a nada, debido a la concentración al tratar las heridas, una hemorragia interna e incluso un brazo roto. Lo unico que pareció llamarle la atención, fue el trayecto de seguirle la mirada al otro cuando buscaba su espada, recargada en una pared del laboratorio subterraneo, con su funda; completamente intacta, incluso un tipo de aura oscura provenía de ella, Ren pensó que debía ser a causa de la llama de la Noche del sangre joven.

-Puedes irte cuando tus heridas se curen- su voz grave, casi rasposa resonaba por toda la habitación, su mirada completamente dirigida al supuesto paciente. ¿Por qué le dejaba quedarse? Tal vez por lastima; o la llama de los ojos que no podía no notar, el idiota acostado, estaba completamente dispuesto a perder su vida a costa de proteger sus ideales, por más incorrectos que estos fueran.

Suspiró, y retiro con cuidado el respirador de la nariz del pelinegro, el tubo de alimentación estaba más bien por su boca, era uno más moderno y delgado, así que no obstruía el habla, entre otras acciones. Observo el suero, lo relleno. Cambió las vendas del brazo, desatando ese solamente.
Todo el cuerpo seguía aprisionado entre los amarres de titanio, con tiras de un tipo cuero/caucho demasiado resistente.

-¿Te duele algo además del brazo?- esto lo dijo aproximadamente 3 minutos después de terminar de limpiar los objetos, guardar algunas herramientas y tronar su cuello una vez en el transcurso de que realizaba esas tareas, su gabardina azabache aveces rozaba el piso, o las cosas. No había ruido, pero tampoco parecía un silencio incomodo. Conociendo como era, si así hubiera pasado, habría asesinado al sangre joven sin pensarlo, no podía superar la estupefacción que había experimentado con Kazuma.

Ahora mismo, estaba a su lado, una mano en su pecho, sin tocarlo directamente gracias a los amarres, el rostro completamente "inexpresivo".

Cuando levanto la ceja, el menor le imito, aunque fuera un momento y a sus espaldas. Se miró el cuerpo, su ropa rasgada y cubierta de sangre seca que molestaba un poco, se sentía sucio de hecho. Forcejeo un poco con las ataduras, claro que iba a escapar como un desespero de ave enjaulada, así era el pequeño fénix.  

Escucho más los pasos pesados del licántropo antes de ver como se acercaba, estaba más preocupado por su katana que nada, suspiro. Aunque lo ignorara por sus heridas… lo decía más para sí mismo, de verdad quería esa arma, era lo único que le quedaba. Enserio. El aura oscura del chico salía en momentos pequeños, impredecibles de hecho y únicamente para darse el lujo de curarse entre tiempos, muy conveniente de hecho.

-¿Cuándo me cure? ¿Sabes cuánto voy a tardar? Soy humano… - intento no ser grosero, no ahora que lo habían ayudado, de hecho más bien no quería ser un estorbo, uno por ser débil y dos por alguna razón supo que estaba con uno de los rebeldes más buscados, no le preocupo del todo eso pero sí que este le tomara como una broma a pesar de lo que era capaz de hacer. Literal era más que un humano. Tenía potencial pero no creía. Solo por un momento… no quería esa lastima, odiaba que sintieran lastima por él.

-Solo el brazo… creo que el resto está bien… - sintió asco cuando le quitaron el tubo de la boca, hasta cierto punto evito las ganas de vomitar por la sensación, aunque fuera algo pequeño le molesto, miro las vendas, la gabardina que solía rosar las cosas y sin querer a veces el cuerpo del chico, finalmente se quedó viendo el suero, gota por gota y hasta llegar a su sangre… estaba aburrido.

Cerro los ojos y sintió la mano que estaba a punto de tocarle, como si un aura exterior le tocara, pero no había contacto alguno, solo cercanía uno del otro, abrió los ojos y quedo viendo nuevamente las vendas “¿Qué es lo que quieres ocultar?” se preguntó con disgusto, quería quitarlas… pero se contuvo. Más que contenerse estaba amarrado.

Siguió cada uno de sus movimientos, mantuvo su mano derecha encima de su pecho para que la segunda pudiera encargarse de volver a amarrar el brazo del menor; por precaución al ser observado tan directamente a los ojos, se sintió atravesado por la mirada a pesar de que estaban separados por las vendas metálicas sobre sus ojos, así que cuando escucho el respectivo “click” de los amarres pudo permitirse posar su mano sobre donde se había pasado sintiendo las flamas de la oscuridad que salían de a ratos, unas veces más intensas que otras como si quisieran alcanzar mas de lo que debían estas ciertamente contenían, no solo las llamas, pero el muchacho frente a el guardaba en el un tipo de fuego azul que ardía con la misma intensidad que un fénix…”Tonterías” corrigió su propio pensamiento, cosa que no había hecho en mucho tiempo en realidad.

Comenzó a desesperarse la mirada del otro le afectaba de alguna u otra forma y si intentaba desviar su mirada, significaría algo así como la derrota. ¿Qué infamia incoherente estaba formulándose?”, cambio su atención hacia la insistencia del sangre joven de voltear a ver la Katana que reposaba como una decoración en la pared del laboratorio, logró con eso distraerse de sus propias enfermas preocupaciones, pero pronto paso de seguir interesándose por dicho objeto puesto que le convenía más  seguir observando al humano, todos las barras mostraban que se estaba sanando más rápido que el promedio pero gracias a su propia fuerza le iba a tomar un aproximado de… -8 meses- recuperarse por completo. Después de eso podría hacer lo que su mirada parecía suplicar, su salida, su libertad de las “garras” de uno de los rebeldes más buscados hasta ahora.

Cuando recibió respuesta, paso su mano por el pecho del menor hasta que sintió las delgadas clavículas, visibles entre las vendas con tonos menos pálidos que los propios y sin detenerse tocó del hombro hasta la punta de los dedos contrarios, podía casi saborear la sangre que palpitaba, llamándole con tentaciones carnales que por el bien del otro, no debía practicar.

Contuvo lo rápido que se agito su respiración con solo eso, terminando por fruncir el ceño con cierta frustración. -¿Tienes hambre o sed?- pregunto como una mera cortesía que pensó deberle al que estaba tratando. ¿Qué le iba a deber al niño que el licántropo había intentado asesinar por su infantil imprudencia?